Resucitar un blog
Desde hace un tiempo tengo un blog en un medio de comunicación colombiano importante. Hace un año dejé de escribir porque ya no le encontraba rumbo. Por un lado, el medio no le daba visibilidad —ni al mío ni al de nadie—; por otro, yo ya no tenía un norte con respecto a los temas y a las formas que diferenciaban ese espacio de este de Substack.
En diciembre pasado empecé a sentirme culpable por desaprovechar esa tarima y pensé que me la iban a quitar por desuso. Me quedé rumiando la idea y no hice nada con ella, sobre todo porque creía que ya estaba canalizando mis esfuerzos de escritura en mi gran proyecto y en este newsletter. Llegó enero y el pretexto de la visibilidad me pareció soberbio —mea culpa—. Entonces reconsideré la posibilidad de volver a escribir al margen del apoyo del medio de comunicación. Sin embargo, encontré una segunda excusa: ya no quería hacer solo reseñas de libros.
Cuando conseguí el espacio del blog lo propuse como un puerto de novedades literarias, sinopsis, etc. Por el camino, algunos escritores me contactaron para enviarme sus libros a cambio de una reseña. La mayoría de las ofertas las rechacé porque uno, no soy crítica literaria; dos, no me considero bookstagrammer o sus homólogos en cualquier otra red social; y tres, no me gusta leer nada que no escoja libre y conscientemente. Los tiempos de lectura se me han vuelto sagrados. Tengo muy poco tiempo para leer, así que opto por libros que despierten todo mi genuino interés. Algunos de esos son de los escritores que me contactaron, precisamente, pero los elijo en libertad, sin la presión de escribir como un ejercicio transaccional. Que no se me malinterprete: me honran profundamente esas peticiones, suman a mi sentido de propósito. Pero por la admiración que les tengo, me inclino por la pureza de una opinión, una percepción o cualquier reacción que me provoque un libro, sin la atadura de un intercambio. Es la forma en la que entiendo la lectura.
La segunda excusa está relacionada con mi apego innato a la norma, a la instrucción. No se me da muy bien la espontaneidad, es algo que he estado revisando de forma intensa en mi vida. Si ya no quería hacer reseñas de forma exclusiva, ¿qué identidad tenía el blog? Me pareció inflexible, rocoso. Cuando no sé qué hacer con una situación, me quedo quieta. Eso hice con respecto al blog.
La semana pasada, un compañero de trabajo me pidió que le revisara un texto que iba a publicar. Resulta que él también tiene un blog en el mismo medio, sobre periodismo de investigación y política en general. Su texto no tenía nada que ver con eso, así que le pregunté: ¿tu blog no es de política, acaso? Él, subiendo los hombros de niño irreverente, con los brazos cruzados y las piernas estiradas como quien intenta hacer de la silla una cama, me dijo «¿y qué pasa?». Me hizo reír.
La vida le lanza a uno en la cara las cosas que no quiere o no ha podido tramitar. Tengo la hipótesis de que los hombres, por su relación histórica con los lugares de poder y reconocimiento, han naturalizado la posibilidad de romper reglas para hacer lo que quieren hacer. Nosotras en cambio, hemos estado programadas para seguir mandatos. Por ejemplo, tenemos que cumplir el 110% de los requisitos de una convocatoria laboral, al pie de la letra, para animarnos a aplicar. A ellos, con el 40% les vale para intentarlo con seguridad y sin la preocupación de quien tiene cosas que perder.
Mi compañero, entonces, sin saberlo me empujó a volver a escribir en el blog. Sobre todo, a saltar mi propia valla. Tan pronto empecé a escribir lo que de verdad quería escribir, sin camuflarlo en reseñas o academicismos, encontré la diferencia entre ese espacio y este newsletter. Ahora me parece clarísima, porque escribir también es asumir la posibilidad de nunca ser leído y coexistir con eso; es reconciliarse con las sensaciones de impostura, ridiculez y vergüenza para poder seguir alimentando las particularidades de los canales de escritura elegidos, que para qué los quiere uno si no es para ser genuino.
Las invito a leer mi más reciente entrada: Lugares de inducen al naufragio.




También soy
El espacio que recorro cuando el aire me parece sucio. La decepción cuando soy incapaz de levantarme temprano como quiero, porque agoté todas las madrugadas de mi vida a los quince años. Las cosas que no les cuento a mis amigas. Las horas que paso viendo imágenes de las nubes estratosféricas polares que quiero conocer. La admiración de las burbujas en el proceso de congelación. Los fragmentos de cualquier capítulo de cualquier temporada de Gilmore Girls. La atención que le presto a los videos de focas y zorros viviendo, tan conscientes e inconscientes de su propia existencia. El sufrimiento que me causa ver a un bagre acorazado arrastrándose en busca de una fuente de agua.
Collage
Recuerden que pueden pedir un print o un diseño personalizado a hola@paola-mendez.com
Estas son mis más recientes piezas (clic para verlas):
Gracias por ser parte de este camino.
Sigo tomando apuntes.